ANIMALES PARA COMER

Vaya por delante mi respeto a todas las opciones, pero yo como carne. Y crío animales para comer. Me parece un proceso natural, que debe hacerse sin problemas morales, pero con respeto al animal.
Los primeros cerdos llegaron siendo muy pequeños, negros y juguetones. Eran unos bichos simpáticos que en seguida nos cautivaron a todos, y cómo no, en especial a mis hijas, que entonces eran muy pequeñas. Y ya está el lío montado. A ver como se lo toman. Pues las cosas claras, y el chocolate espeso.
Desde el principio les enseñé que estos animales los criamos para conseguir alimento, que van a ser sacrificados cuando llegue el momento. Que debemos tratarlos con respeto, y procurarles las mejores condiciones posibles, pero que son para comer.
Todo el mundo me auguraba jaleo el día que los cerditos desparecieran, que jamas los iban a probar, que tendría un disgusto familiar. Pero las niñas entendieron bien la situación. No digo que no les diera lástima, que no se hubieran quedado a gusto con los animales sólo para jugar, que algún día no tuvieran un conato de ataque de pena, pero entendieron la situación y la asumieron.
Los siguientes lotes eran mas numerosos, y por tanto mas simpáticos. Pero la idea de criar para obtener alimento estaba ya afianzada, y no sólo porque ya habían probado las salchichas de cerdo, que me ayudaron a evitar conflictos, sino porque los niños ven como natural este proceso si se les explica sin tapujos y sin rodeos desde el principio.
Luego fueron las terneras. A ellas les llaman menos la atención, por lo grande del animal, o porque son menos interactivas. No sé. Pero a mí la "rubia" me resultaba un animal afable, y subirla al camión para llevarla al matadero no fue fácil. Y con los cerdos, también hubo momentos difíciles.
En aquel entonces no era así, pero ahora cargo a los cerdos en la misma porqueriza, engañándolos con suero o leche y con hierba. Ni los ato. Cuando están dentro del contenedor, lo cierro rápidamente, y sólo queda el viaje hasta el matadero. Ni se enteran. Pero antes, los ataba y los iba engañando desde lejos, hasta que llegaban al pié de la rampa, y entonces tiraba de la cuerda, hasta que quedaban dentro del vehículo. Pero con aquel algo salió mal, y se puso nervioso, empezó a tirar de la soga antes de tiempo, estuvimos un rato forcejeando,hasta que se soltó y salió corriendo.
Le puse agua y le dejé descansar. Se tumbó a respirar mientras yo, todavía jadeando, me limpiaba el corte que la cuerda me hizo en la mano. Éste era de los mejores. Me solía buscar cuando entraba a la porqueriza, para que lo rascara el lomo, y se me tumbaba a los pies. Hasta mañoso.
Entonces metimos la pick-up de culo hasta la misma porqueriza, aprovechando el desnivel existente, e improvisamos una pasarela con palets. Mi mujer se sentó dentro del contenedor con varios manojos de hierba, hasta que tras mucho mucho rato, se fue acercando, y ¡zas! lo encerré dentro.
Hago notar, para los mal pensados, y quisquillas, que primero salió ella del contenedor. Teníais que haberla visto, cómo maneja a los animales (incluso a los de cuatro patas). El último lo cargo y descargo en el matadero sin ayuda de nadie. Es un tesoro ( y lo de los cerdos es lo de menos).
Una vez cargado, ya tranquilos todos, hablamos de lo especial que era éste, y el que tocaba la semana siguiente, y que sólo quedan dos, y que ése es el favorito de las niñas, y .......
Estaba mi cuñada, que había venido a ayudar, y me debió de ver cara de pena
- Pero a tí no te dará pena, no?
- El día que me deje de dar pena, dejo de tener animales.

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